martes, 13 de marzo de 2007

Una Cuestion de Amor

Quien acusa, critica, quien gusta de proferir palabras hirientes y de lastimar a los santos de las generaciones, son individuos que viven una franca decadencia de su propia fe o creencia. Se colocan indebidamente a la defensiva y esa forma tan particular de creencia puede resultar una pedantería autosuficiente.
Atacar a un santo es la impotencia por no poder encontrar significados más profundos dentro del propio corazón. Es insatisfacción e infecundidad; se carece de flexibilidad para aceptar la diferencia, los matices, las diferentes tonalidades de un todo perfecto creado por Dios.
Los devotos sinceros de cualquier grupo – a lo largo de estos años conocí cientos de grupos de diferentes versiones y características dentro y fuera de la india - hablan, dialogan, se ayudan mutuamente.
Nadie puede apriorísticamente decir cual será la dirección definitiva de ese dialogo, pero es posible que sea el punto de partida para una nueva historia para la humanidad.
¿Y si Sai Baba fuera el catalizador de ese esfuerzo de conciencia colectivo en aras de un dialogo fecundo que anuncie lo que yo denomino la inevitable primavera?
Debemos recordar que el cristianismo en sus tiempos originarios se encontró con el helenismo y adopto modelos de pensamiento e ideas filosóficas que eran extrañas para el grupo naciente. Y el dialogo fue fructífero y prospero.
¿Es posible que nuevamente, este modo de vivir la fe y la religión en nuestros países, salgamos al encuentro de un oriente que tanto puede aportarnos, cuando la crisis vacía nuestros corazones y los tigres aúllan en la luna?
¿Será Sai Baba el que esta pregonando ese encuentro definitivo?
Si es así, debemos caer en la cuenta que Sai baba no puede negar el legado de todas las religiones y que solo puede poner de relieve lo que las enseñanzas universales tienen de común.
Sai Baba debe inspirar preocupación por la sabiduría, la necesidad de comprender la existencia humana dentro del contexto cósmico, la necesidad de aceptar las leyes de la naturaleza, la fe inquebrantable en Dios, en la dignidad del hombre y en el potencial casi divino de cada individuo para sanar las heridas y vivir en la luz de Dios.
Este mensaje es innegable en Sai Baba, la velocidad que nos impone la ciencia y la tecnología, exige una visión abarcativa y una unión basada en un sólido principio vivencia: todos nos necesitamos.
Sai Baba viene a decir lo que millones de mentes anónimas y de corazones solitarios se repiten a diario en las calles de las grandes ciudades, en medio de una soledad insoportable, “debemos remodelar nuestra vida, debemos redirección el sentido de por que vivimos, para que estamos; debemos comprender que somos una familia dentro de una gran comunidad con un destino sagrado que aun no hemos cumplimentado”
El mundo necesita de la experiencia de la India, la experiencia sagrada y milenaria de millones de hombres sagrados que dejaron un legado eterno: un Dios inmanente en todos los seres y todas las cosas, que solo se percibe en lo profundo del ser, en la cavidad más remota del alma.
Y necesita este mundo nuestro de la experiencia religiosa del Dios de Israel, se debe reactualizar en nuestros corazones las Tablas que Dios le entregara a Moshe en el Monte Sinai; un Dios que es experiencia trascendente que guía a todos los seres y a todas las cosas y que las ama, esencialmente las ama.
Y necesita también de las búsquedas del Budismo que lleva a la iluminación y necesitamos también del mensaje de Jesús que nos revela el secreto de lo trascendente y de lo inmanente porque “es verdadero Dios y es verdadero hombre”
Y también es necesaria la ciencia y la tecnología, porque es progreso y porque es vida en abundancia cuando se la ejerce con disciplina, honor, ética y respeto por la totalidad de la manifestación de la vida.
Un verdadero santo ve la unidad de todo el mensaje donde la crítica solo puede ver división. La división no es igual a pluralismo.
Sai Baba como todos los grandes santos vienen a decirnos que un dialogo es verdadero cuando renunciamos a ver la división y aceptamos el pluralismo. Diferentes técnicas, según los deseos y aspiraciones individuales pero con un mismo objetivo: el amor.
Porque no solo hay pluralidad de vivencias religiosas según la cultura y la geografía, sino que también a variedades incontables de caminos dentro de cada tradición.
¿Cuál es la experiencia básica que propone Jesús?
Ser amados por Dios.
“Nosotros amamos porque El nos amo primero” ( 1 Jn 4,19).
Dios me ama y porque me ama el mundo y mi mundo tiene sentido y orden y dirección.
Por eso el cristianismo no vacila en afirmar “Dios es Amor”
De ese Amor infinito de Dios proviene la convicción más profunda y heroica:
“Todo irá bien, todo irá bien, y de todas maneras todo irá bien” (Julian de Norwich).
En la Tora de Israel es el amor como fidelidad el tema central.
Dios, tu Dios es fiel y no te abandonara jamás. No importa lo que suceda siempre te amara, iras al exilio y te perderás entre las multitudes, mas El será fiel y Su amor te rescatara.
“Te he amado con amor eterno” (Jr 31,3).
Acaso el Dios de la fidelidad no lo dijo una y mil veces que jamás abandonará? Si, lo dijo a Abraham, a Isaac a Jacob, a Moshe, y a todos los profetas.
Y que decir del Bhagavad Guita? En el Guita encontramos la base de eso que es “ser amado”; se llama bakti yoga, el camino del amor a Dios, el camino que nos conduce a la unión con ese amor que es Dios.
Krishna lo expresa de un modo fundamental a lo largo de los 700 versos que compone ese sagrado texto.
El amor es la esencia que nos conduce de era en era, de estado en estado hasta alcanzar la plenitud de la experiencia divina.
En el Budismo es el amor expresado en misericordia por Amida, el que nos otorga la dignidad para afrontar el constante fluir de los ciclos de los eternos devenir de la vida y de las vidas y, en el Zen es el amor que se expresa en gozo de lograr un estado de iluminación…
De modo que allí donde pongamos nuestra atención, los santos expresan las altas verdades de todos los grupos religiosos y no hacen distinciones.
El amor es el tema común a toda la humanidad y Sai Baba hasta donde yo pude investigar, pregona esta verdad básica y universal. De modo que concluyo que Sai Baba es esa corriente de amor divino que recorre todo el universo y esto, no se puede probar por el razonamiento o el silogismo ni es una invitación a que corramos todos a rendirnos ante su presencia. Esta es una vivencia que requiere de una cierta pureza de corazón, de una cierta honestidad intelectual porque Sai baba es un motivador que es capaz de evocar lo eterno en el corazón del individuo y lleva a los que creen y tienen confianza en él, a un punto de convergencia donde es posible una verdadera transformación de las conductas, de los pensamientos y de las acciones.
Y este mismo fenómeno se puede dar en todos los sistemas religiosos.
¿Es esto un pecado?
¿Como es posible entonces que individuos que experimentaron esta verdad que yo trato de expresar modestamente y con dificultad, hoy alcen su voz y llenen de acusaciones y agravios?
Toda persona seria, que se precie de ser humilde y de ser imparcial en sus juicios, debe interrogarse sobre el egoísmo de destruir la base misma que sostiene y conforta la existencia humana: la santidad.