martes, 20 de marzo de 2007

Fuera de El, no hay Nada

Que puede tener de negativo que uno, dos, cien o mil millones de personas en el mundo, consideren a Sai Baba una presencia divina?
¿Cuánto de mal puede atraer sobre el mundo que las personas encuentre coraje, decisión y un esfuerzo dirigido a corregir el mayor mal que el hombre arrastra desde los mas lejanos principios: el sentido de separación.
Se dijo con razón, que egoísmo es saber que el otro es otro y no hacer nada para que ya no lo sea.
Si Sai Baba trae ese mensaje universal de unidad y concordia y es parte integral de la enseñanza de las escrituras y de los profetas y santos, ¿quien podría alegar que eso es moralmente incorrecto y que es un peligro para el mundo?
Se sabe en la tradición de la India que el servicio a la humanidad es sagrado, por eso que uno de los samskaras como hemos visto es la ofrenda a los peregrinos, al transeúnte, al que esta de viaje. ¿Inspirar a los adherentes a que sean menos egoístas y repartan algo de lo acumulado en beneficio de los que más necesitan es incorrecto?
¿No son muchos, del público que alegan contra Sai Baba, parte de los militan en una postura eco filosófica? No somos nosotros los que nos rasgamos las vestiduras por la excesiva acumulación de bienes y servicios a favor de un porcentaje muy pequeño de la humanidad? ¿Por qué si se trata de Sai Baba y sus hospitales, escuelas y universidades, debe existir un fin oculto, un proyecto secreto, una conspiración?
¿Acaso no es el ideal de casi toda la humanidad que millones de niños no sufran, que las mujeres sean respetadas en sus derecho? ¿Es equivocado que Sai Baba construya un fondo de ayuda (habitaciones, comedores, escuelas, salas de primeros auxilios) y contención para las madres viudas que quedan desprotegidas y literalmente en la calle con cuatro o cinco hijos, al punto que algunas de ellas prefieren suicidarse junto a los pequeños?
Debemos abandonar el doble estándar, no porque Sai Baba lo necesite sino por nuestro propio bien, por un sentido ético y de responsabilidad frente a un mundo que necesita sanar heridas, que necesita de la reconciliación y especialmente necesita de hombres inspirados como Sai Baba capaces de llevar a sus adherentes hacia un espacio donde compartir no es igual que competir.
¿Quién desea que nuestro mundo continúe por esta pendiente de desencuentros y malestares; que se pierdan los recursos ecológicos acumulados por la naturaleza por millones de años, por la voracidad de un consumo que no tiene en cuenta los sagrados valores de la vida?
¿Si Sai Baba se levanta sobre este mundo de parcialidades y de fragmentos como una memoria colectiva que desea un bienestar equilibrado, eso es un acto peligroso? ¿Peligroso para quien?
La tradición de la India indica a los creyentes orar cada día y en todo momento por la paz y el bienestar próspero de “todos los mundos”; es bien conocida la plegaria vedica “loka samasta, sukino babantu, rogamos para que todos los mundos sean felices y prósperos.”
¿Qué Sai Baba indique a sus adherentes y devotos que repitan esta plegaria vedica, es equivocado?
¿No es parte de esa prosperidad y bienestar que se abandone el egoísmo y la acumulación excesiva en aras de la sonrisa de un niño, de la seguridad de un anciano que camina ya con el paso inseguro y cansado? ¿Qué tengan el derecho a la educación y a la atención médica, a una vivienda digna a un alimento nutritivo y seguro?
¿Qué podemos alegar de Sai Baba sino una larga biografía donde solo se puede encontrar un servicio constante a la causa vedica? Y para esto no se requiere declararse devoto o adherente, se requiere honestidad y sinceridad; por sobre todo conocimiento equilibrado y neutral y un amor militante por la verdad, porque es ella en definitiva la que nos convierte en libres.
Se lee reiteradamente en las alegaciones, la impostura de “su divinidad”; pero que conocemos nosotros sobre la divinidad?
Acuerdos de expertos intelectuales, filosóficos o teológicos no asegura que sea la verdad sobre que es divinidad.
La milenaria India de sabiduría y de contemplación, declara en sus libros sagrados que “Dios es Aquello que tiene miles de rostros, miles de manos y miles de pies”
Por supuesto somos libres para adherir a cualquiera de la maravillosa y multifacético experiencia espiritual que se manifiesta en grupos, religiones y filosofías; pero no es correcto que desplacemos al diferente simplemente porque no coincide con nuestra posición intelectual.
Esta claro que si el mundo funciona en una dirección equivocada es porque entre otros detalles, se vivió hasta hoy, posturas intelectuales respecto a Dios, la espiritualidad y la religión.
¿Y si Dios fuera una experiencia del alma, una vivencia que solo puede rebelarse en el corazón abierto del hombre y no en la mente y sus juegos y galimatías? ¿Y si Dios escapara a toda definición?
¿Quien no recuerda la magnifica y categórica afirmación de la Biblia, en Levítico? “debes saberlo y recuerda en tu mente y llevarlo en tu corazón, fuera de El no hay nada”
¿Qué significa “ fuera de El, no hay nada”, un comentarista y filólogo del siglo 14 lo dice sin medias tintas: “ y en el monte Sinai se abrieron los siete cielos y las siete tierras y todo el pueblo experimento que efectivamente “fuera de El, no había nada”
¿Qué Sai Baba recuerde esta verdad parte del texto sagrado judeocristiano lo convierte en un engañador?
Queda en cada mente y en cada corazón discernir que puede significar a cada alma que significa “fuera de El no hay nada” en contraposición a las enseñanzas de Sai Baba.
Nadie esta actualmente preparado para rechazar con el corazón la vivencia de una postura sagrada, de una presencia de amor universal, aunque este nombre sea Sai baba y no sea occidental.
La mente crea la diferencia, el cuerpo disfruta del mercado y solo el alma puede percibir la gloria y la presencia sagrada. Bien se dice que quien vive en por y desde el cuerpo, es un animal; quien se percibe solamente como una construcción mental es un demonio y solo quien puede sentir que “también” es alma y recuerdo divino de una eternidad sin tiempo es un ser humano completo.
No todos podemos cumplir el precepto de Jesús “Ve, entrega todos tus bienes a los pobres y sígueme”; muchos de nosotros volvemos tristes porque no podemos realizar este precepto, esta invitación, esta enseñanza; muchos de nosotros regresamos con los ojos llenos de lagrimas por el mundo nos ata con sus complejidades y no somos capaces ya de distinguir lo importante del o esencial y así transcurren nuestros días entre angustias y tristezas. Y también es verdad que no siempre encontramos el consuelo que nuestra doliente alma implora.
Allí Dios aparece en nuestras vidas, y trae esa brisa fresca para nuestras vidas estériles y sin sentido; “miles de rostros, de manos y de pies”, es decir; un Dios amoroso que llama a nuestro corazón y nos dice “te amo como eres, ahora ve, transfórmate para que este mundo viva la esperanza de una primavera que será inevitable”
Muchos reportan que llegaron a Sai Baba destruidos y desvastados a nivel psíquico y físicamente, y encontraron en Sai Baba ese abrazo de amor que es capaz de llevarnos hacia esa inevitable primavera.
¿Sai Baba es Dios?
Desde mi posición personal no es una pregunta relevante para el mundo con sus seis mil millones de habitantes; es esencial para sus adherentes y devotos, porque son ellos los que deben con sus vidas vivir esa divinidad que anuncian.
Sai Baba es Sai Baba y su presencia como maestro de la verdad, del servicio y del amor, no puede ser conmovida por una interesada y estrecha visión.